viernes, 13 de julio de 2007

CADAVER EXQUISITO



PARTE II DE III...




AQUI CABE HACER UNA ACLARACIÓN...BUENO, DOS. LA PRIMERA ES QUE EL DICHOSO TITULO DE "EL AMOR PUDRIÉNDOSE POR LAS CALLES" QUE COLOQUE HACE UNOS DIAS, ES ÚNICAMENTE LA PRIMERA PARTE DE CADAVER EXQUISITO Y NO EL TITULO QUE COMPONE EN REALIDAD LA HISTORIA. Y DOS, NO LA CONFORMAN NUEVE, SINO TRES PARTES.




...LUEGO NO ME PREGUNTEN DE DÓNDE SACO LAS IDEAS...




UNA SONORA RECHIFLA PA MI, Y UNA DISCULPA A QUIENES ESCRIBIERON LA HISTORIA...JÁ! Y OTRA A QUIENES NOS LEEN...NOS LEEN?????????




PILARIKA






Por Lorenzo Escalante y Joaquin Torres


II

Parado en la puerta del baño Guzmán charlaba con la Dalila, una vestida del treinta y tres que le caía todos los fines de semana. Bien arreglada, sí daba el gatazo, porque tenía facciones finas y le ayudaba no andar hasta su madre, porque en cuanto se ponía piedrosa, le brotaban los ademanes de machín y hasta se sentaba rascándose los huevos. Su éxito también descansaba en los pechos que se pagó gracias al talón que inició a temprana edad. Guz algo le decía al oído pretextando el ruido de la rocola para acercarse, Dalila escuchaba atenta y después asentía con la cabeza y con el índice sonriéndole al Gumaro, quien fiel a su costumbre ya se había puesto color tomate.
-Estoy pensando irme a trabajar a Veracruz, decía Dalila recargada esperando a que Guzmán le encendiera el cigarro. Soltando el humo remataba, -aquí ya hay mucha competencia, y no hablo de la putería porque esa donde quiera hay, me refiero a mi chamba de estilista, porque yo sí soy una profesional de esto.
-¿de la putería?- preguntó distraídamente Guzmán.
-Nooo. Como estilista, bueno de la putería también. Okey chiquito, déjame miar.
Dalila se adentró en el baño y Guzmán se quedó recargado junto al calendario. Volteó a la mesa de sus compas y los vio clavados en una discusión más. Miró su botella vacía y se dirigió a la mesa para renovar el combustible.
- Ya no se claven- les dijo mientras abría la chela golpeándola contra la mesa, lo cual le daba más seguridad.
-¿Qué transa, ya le llegaste al precio a la Dalila o te prestamos un lana?- decía el bandota mostrando su cartera que llevaba una gran cadena fijada a la hebilla.
-Nel, si na´más estábamos platicando, a mi me gustan las viejas, wey.
¿Y Dalila, qué es? Preguntó Celso mientras giraba el cenicero, - eso es una mujer.- se contestó él sólo. –Se viste como mujer, habla como mujer, camina como mujer, huele como mujer.
-Si huele a pollo y sabe a pollo... es de pollo.- cantó Guzmán recordando un viejo eslogan televisivo.
El bandota posó su mano en medio de la mesa, “no mamen, -reclamó- esas viejas tienen trompa, aunque parezcan lo que parezcan. Algunas estarán muy buenas, pero es artificial, además a lora de lora, ¡toma tu chóstomo!”
- Bueno wey, pero lo que importa es la representación que te haces, cuántos machines se quedan clavados con la imagen de un forrazo y les vale madre si tienen trompa o no-. Celso argumentaba mientras manoteaba al aire. -Además, te aseguro que cualquier carnal que se meta con ellas, se viaja en que es una mujer y cuando se la están felatiando (le gustaba usar esa palabra), la goza sin prejuicios genitales, lo que ves es lo que importa, no la realidad que subyace-.
El bandota se llevó ambas manos a la cabeza -Cálmate Cels, no te pongas denso, aquí no aplican tus choros mareadores, la ñonga es la ñonga- y al que le laten los putos, le atora; vengan como vengan envueltos.
-Ese es otro pedo-, replicó Celso, la onda es que les lata, si les gusta así ¿cuál es la bronca?

El Guzmán los veía discutir. Pensaba en lo ajeno que era para Celso y el Bandota ese tema. Sostenía con sus dos manos la chela, dándole pequeños tragos de cuando en cuando. Sabía que sus cuates no iban a entender que a él le excitaran las vestidas, y que, de igual manera, le gustaran las mujeres. Recordaba la primera vez que había visto una vestida en el cine Atlas, cuando iba en la secundaria. Ella estaba paseándose entre los carteles que se exhibían cerca de los baños y volteaba insistentemente a ver a los asistentes que entregaban su boleto para entrar. En su inocente pubertad, Guzmán y sus cuates pensaron que era mujer, así que esperaron a que entrara a la sala para irse a sentar una fila detrás. Ella lo notó y durante la función echaba los brazos atrás para alcanzar a tocar la cabeza de alguno de ellos; la cabeza que tocó, fue la de Guzmán. Le acarició el cabello y le propinó un jalón fuerte al final, lo cual lo excitó sobremanera. Guzmán nunca podrá olvidar el momento en que decidido, se pasó por debajo de los asientos y revolcándose entre las sustancias pegajosas del piso, llegó hasta la butaca contigua de esa misteriosa mujer. (Acto que, años más tarde él sabría, le ganó la admiración de sus cuates). Sin que mediara palabra, ella ya había tomado la iniciativa y se dirigió sin escalas al miembro del gumarito, cuyo rostro, sobra decirlo, estaba ya más rojo que la alfombra del cine. Los minutos que siguieron se enmarcaron en las notas musicales más tenues que Guzmán haya escuchado, aún cuando en realidad no existiera música en ese momento. El recuerdo era vívido y siempre que evocaba esa imagen del cine Atlas, Guzmán terminaba con la imagen del momento en que posó su mano en la pelvis de la vestida del cine y se encontró una erección, que dadas las circunstancias, le pareció de dimensiones apoteóticas. La imagen se difuminó y Guzmán seguía sosteniendo la botella con ambas manos como si fuera un souvenir del viaje mental que se había aventado.
Escucho la voz del bandota.
-Guzman, ¿qué estás sordo o que chingados, qué si pedimos la otra cubeta, wey?. Llevas como media hora con esa chela-.


Uno sabe donde empieza pero no donde termina. Celso había empezado en unos tacos y ahora qué, ¿seguir chupando? Ese era el dilema, sabrá Dios. Ya una vez había escuchado a Don Panterita decir que cada quien escogía como vivir, y aunque esa vez se refería a otra cosa, esa máxima había hecho mella en el portón mental del Celso, quien con estos pensamientos de caracol se entretenía mientras la cerveza seguía jugando en su garganta. Don panterita, ¿de qué juego de la memoria habrá surgido?, tendría como seis meses que la calaca le había cobrado todas las facturas, y lo único que había dejado era huérfanos y un estilo de vida que el Cabeca, su hijo, había hecho suya.
Al final de cuentas la vida es así, corre y corre como la cerveza y deja, a veces no deja absolutamente nada bueno. Vaya que traía un buen viaje el Celso, de esto no sólo se habían dado cuenta sus compinches de esa noche, también él lo sabia, había quedado así desde la mañana del desafuero, o tal vez desde antes, -que mamadas-, había dicho el bandota con su mentalidad rupestre robustecida por dotaciones diarias de televisión y el exceso seguramente de mala mota, pero bueno, cómo convencer al bandota que todo su mundo se reducía a la Frater, el Guzmán y sus grupos de rock, cuyo cantante lo hacia como si se la estuviera metiendo un negro sin lubricante. ¿Cómo convencerlo que esos hijos de su puta madre otra vez habían hecho de las suyas?, -puta madre- y lo que mas encabrona, es que cuates como el bandota hay por montones, que siempre que sale el tema político salen con su “de todas maneras nos la va a meter quien llegue”, -¡puta!- y tu encantado buey, le había revirado; pero quien sabe a lo mejor el bandota tenia razón: ¿qué caso tenía?
Pero ya estuvo suave de tanto agüite se dijo el Cels, mientras acariciaba la carta que seguía atesorando en la bolsa del saco, casi como una caricia prometida.
¿Otra cubeta patrón? – ¿eh? sí, no mamen, no habíamos quedado ya cabrones refunfuño el cels quien regresaba de ese como trance en el que estaba metido. Es que te clavas compa, o que sí no esta chido mejor nos movemos a otro ladero, contesto de algún lado el Bandota.
-La neta es que ya me cagó este lugar compa y usted está chido.
-Nel yo tengo ganas de escuchar Rock and roll, ¿y tu Guz?.
-Yo me espero un rato, si quieren los alcanzo después.
-Puto si estas esperando tu envase,
-Ya vas de nuez bandota, déjalo, total si le late la Dalila, es su pez.
-¿Cámara y las chelas? pus ahí que se las chinguen, total de todos modos va a pagar el Guzmán.
-No mamen dejen siquiera para la propela.
-Cámara bandota te toca
-¿Otra vez?
-Oh, usted póngase, yo me pongo después.

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